Los ciclos reactivos, como nos hacen sufrir. A lo largo de nuestras sesiones de psicoterapia o de coaching, hemos podido constatar el importante papel que juegan los ciclos reactivos en el mantenimiento de nuestros problemas o en la falta de consecución de aquellas metas que queremos conseguir.
Cuando nuestros clientes nos describen un problema o un reto personal, observamos que hay un patrón, un ciclo reactivo, que se repite con mucha frecuencia y que suele seguir los pasos siguientes:
- Ante una situación o hecho que se produce, y que se percibe como negativo, se disparan los juicios que realizan sobre esa situación o hecho concreto (por ejemplo, no puedo hacerlo, que mal lo estoy haciendo, no lo conseguiré, que va a pensar de mi, no me hace caso, no hace lo que debería hacer, quiere perjudicarme, etc.). A veces el origen de esos juicios son las sensaciones que perciben en ellos mismos y el incremento en su nivel de activación (estoy perdiendo el control, algo malo me va a pasar, tengo alguna enfermedad, etc.).
- Esos juicios llevan a que se experimenten determinadas emociones (miedo, ira, tristeza, frustración, culpa, vergüenza, etc..).
- Las emociones, a su vez, provocan una reacción poco consciente ante la situación (evitación, explosión o descarga emocional, oposición, comer o beber en exceso, consumo de sustancias, etc.), así como la utilización de determinados mecanismos de defensa psicológicos.
- Esa reacción vuelve a producir más juicios, emociones y reacciones, en un ciclo que se va repitiendo una y otra vez.
Así son los ciclos reactivos, y las causas por las que se producen son diversas: Por un lado, y más allá de nuestras tendencias innatas, estaría nuestra historia personal, aquellas experiencias significativas que hemos tenido a lo largo de nuestra vida, y que nos han hecho pensar de una manera y experimentar determinadas emociones con mayor frecuencia o intensidad. Por otro lado, estaría la educación recibida y los aprendizajes realizados, así como los hábitos que hemos ido adquiriendo con el paso del tiempo. Finalmente, estarían los objetivos, las expectativas y las necesidades que tenemos y las que nos hemos ido creando.
¿Cómo podemos romper los ciclos reactivos? ¿Cómo aprendemos a responder en lugar de reaccionar ante las diversas situaciones de la vida?. En primer lugar, podríamos tomar mayor consciencia de nosotros mismos en esas situaciones, poner el foco de la atención en nuestras sensaciones, pensamientos, emociones y conductas (es decir, centrar el foco en “mi” y no sólo en lo “otro”, en lo de “fuera”). En segundo lugar, podríamos indagar en la naturaleza de los juicios, creencias, objetivos y expectativas que hay detrás de nuestras reacciones. En tercer lugar, podríamos aprender a gestionar nuestras emociones de una manera más eficiente o que conlleve un menor sufrimiento propio o ajeno. En cuarto lugar, podríamos conocer cuáles son nuestros estilos de afrontamiento de las situaciones, aprendiendo a comunicarnos mejor y a centrarnos en las cosas que están dentro de nuestra área de control e influencia (logrando aceptar aquello que está en nuestra zona de preocupación o ansiedad, sobre lo que no podemos hacer nada).
Al fin y al cabo los ciclos reactivos implican al cuerpo y sus sensaciones, las emociones, los pensamientos y las conductas, ya que todos esos componentes tienen un impacto en los demás. El mindfulness, la psicoterapia y el coaching son herramientas muy valiosas que nos permiten superar los ciclos reactivos, para comenzar a vivir con un mayor equilibrio y nivel de bienestar.
En el libro “Conoce tu ansiedad y aprende a gestionarla” encontrarás una explicación detallada del “Ciclo de la ansiedad” y esos ciclos reactivos. Puedes consultar el libro aquí: Conoce tu ansiedad y aprende a gestionarla
Finalmente os dejamos el enlace a otro de nuestros artículos relacionados: Lo que hay detrás de las emociones