Si tuviera claro que voy a lograrlo, lo haría. Esta frase esta asociada a los retos y la incertidumbre, y es quizás una de las frases que más escuchamos cuando tenemos conversaciones de coaching con nuestros clientes y nos plantean un reto, algo que les gustaría conseguir o cambiar en su vida. Y es que muchas veces aparece esa frase, o preguntas del tipo ¿cómo se yo que no me voy a equivocar?, ¿cómo se yo que lo voy a lograr?. Pero seamos sinceros, ¿quién no ha dicho esa frase en alguna ocasión?. Y es que es la frase que nos deja tranquilos, la preocupación que nos sirve para no enfrentarnos a la incertidumbre. Es la frase que se corresponde con el antiguo refrán “más vale pájaro en mano que ciento volando” o con aquello de “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Famosas frases de nuestro refranero que nos reflejan cómo muchas veces preferimos quedarnos donde estamos, y ese lugar donde estamos es lo conocido. Y no nos malinterpretéis, estar en lo conocido no es algo negativo, puede ser fantástico, siempre y cuando eso te haga sentir bien su conjunto. El problema es cuando soy consciente de que no estoy bien y no me muevo no vaya a ser que esté peor. La mala noticia es que no hay certezas, aunque nos empeñemos en buscarlas. Cuando alguien nos pregunta ¿y cómo puedo saber yo que no me equivoco?, la respuesta que damos es la que hemos aprendido por propia experiencia: no lo puedes saber. Nunca, cuando tomas una decisión, puedes saber si te vas a equivocar. Puedes ponderar los riesgos, y es inteligente hacerlo, saber los recursos y habilidades que dispones. Puedes ponderar aquello que conoces, pero no puedes ponderar lo que no conoces.
Los restos y la incertidumbre nos acompañan durante toda la vida. Todo esto nos recuerda la metáfora del trapecista. Había una vez un trapecista de un circo que estaba colgado de uno de sus trapecios pero que quería cambiar a otro trapecio que estaba más lejos. Sabía que para lograrlo tenía que coger impulso y soltarse del trapecio donde estaba, permanecer unos segundos en el aire y poder agarrar el otro trapecio que venía hacia él. Entonces comenzaron sus dudas: ¿y si en el momento del cambio me caigo?, ¿y si no soy capaz de alcanzar el segundo trapecio porque no calculo bien la distancia?, ¿y si no me impulso lo suficiente y pierdo también el trapecio donde estaba seguro?. Mientras sus pensamientos discurrían, el seguía cogido al primer trapecio lamentándose de no agarrar el segundo y quejándose de estar donde estaba, con lo cual ni disfrutaba sus piruetas en el primer trapecio ni asumía una verdad que hemos aprendido por experiencia propia: cualquier cambio comporta inherentemente un riesgo. Es el riesgo de esos segundos que estás en el aire y que coges otro trapecio, sin saber si al final será el trapecio que realmente querías, o si el salto va a ser perfecto. Pero no hay en la vida ningún cambio que no conlleve un cierto riesgo.
Y es que, además, los cambios se sucederán inevitablemente a lo largo de la vida, aunque permanezcamos sujetos al primer trapecio. No hay nada seguro, ni siquiera en nuestra “caja de confort”. Todo fluye, nada permanece estático. Hagas lo que hagas puede pasar de todo, y aunque consigas tu objetivo nada será como inicialmente habías previsto. Entonces, decidamos si damos el paso o no, pero si no lo damos al menos dejemos de quejarnos y disfrutemos donde estamos, pues sino lo único que hacemos es malgastar nuestras preciosas energías. Pues hay veces que no estamos bien y lo importante es saber qué es lo que realmente nos hace estar mal. Y es que nos enganchamos con continuas rumiaciones sobre lo que podríamos hacer o no hacer, pero al final no hacemos nada. ¿Que hay detrás de todo esto?. Muchas veces no es lo que parece a simple vista.
Ante los retos y la incertidumbre hay que evaluar los riesgos, no cabe duda, pero también debemos conocernos y escuchar a nuestro corazón. Muchas veces nuestra mente está confusa y no vemos con claridad. Además, cualquier decisión que tomemos no nos garantiza nada, pero hay ciertas decisiones de las que te sientes especialmente satisfecho cuando te levantas cada día por la mañana.
En HUMANO DEVELOPMENT te acompañamos en la toma de tus propias decisiones ante cualquier reto que aparezca en tu vida, ya sea personal o profesional, indagando en los recursos y habilidades que dispones y facilitando el que encuentres nuevas posibilidades. Ante la incertidumbre siempre es importante:
- Identificar las olas desafiantes y como te hacen sentir.
- Conocer tus recursos para hacer frente a esas situaciones.
- Tomar consciencia de las habilidades que necesitas.
- Identificar los círculos de afrontamiento y saber en cual de ellos te encuentras.
- Distinguir entre Objetivo y Dirección, Ocuparse y Preocuparse, Responder y Reaccionar.
- Apoyarte en los cuatro componentes de tu auto-regulación.
- Aprender algunas técnicas para calmar la mente y gestionar la emoción
En el libro “Conoce tu ansiedad y aprende a gestionarla” conocerás mejor las variables que influyen en los periodos de ansiedad, así como muchas técnicas que te servirán para afrontar la preocupación y la incertidumbre ante los retos y los cambios en la vida. Puedes consultar el libro aquí: Conoce tu ansiedad y aprende a gestionarla
Os dejamos aquí un enlace a otro artículo relacionado: La caja de confort: esa mochila que llevamos encima